«Y entonces apareció el miedo con su discurso altivo y ruidoso, interfiriendo e intentando llamar la atención por encima de todo. Mientras tanto la fábrica de posibilidades y confianza trabajaba con esmero y concentración. Entonces invito al miedo a que entre, con mirada de amor sereno, le invito a que pase, baje las escaleras y vea lo que en otra parte está pasando.
El miedo accede, baja, calla y observa. Observa el milagro de la vida en el interior, el milagro de la transformación más allá del cuerpo y con el cuerpo, observa que puede descansar al ver cómo la confianza trabaja con fundamento y seriedad. Algo importante está teniendo lugar. El miedo se entrelaza con la confianza, dando paso al placer de la presencia, dando espacio para nuevos comienzos, dándole sentido a la impermanencia, y observando como la sabia abuela respiración acaricia el casamiento. Creando puentes en vez de muros.»
Tamara.